lunes, 14 de mayo de 2012

¿Por qué voy a protestar?

99% II


Tengo trabajo, casa y coche. ¿Por qué iba a protestar si, así a bote pronto, todo me va bien?


Pues porque una cosa es haber tenido suerte y otra muy diferente es ser voluntariamente ciego ante las injusticias que ocurren alrededor. Me sobran motivos para salir a la calle y gritar a los cuatro vientos que estoy harto y no pienso seguir aguantando…

Primero, estoy harto de que se ‘privaticen las ganancias y se socialicen las pérdidas’. Esta seguramente sea la expresión que mejor describe el camino que han escogido por nosotros para sacarnos de la crisis. Bajo el sofisma de “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” junto al manido “no hay alternativa” y el clásico “es la herencia del anterior gobierno” se dan a sí mismos luz verde para hacer todo lo que prometieron no hacer y más: Subir los impuestos, recortar en sanidad y educación, implantar el copago, reforma laboral…

Sí, “hemos despilfarrado” y “debemos remar todos en la misma dirección”, pero me da que sólo nos están obligando a remar a los de siempre, mientras, los que se han enriquecido por encima de nuestras posibilidades están como si la cosa no fuera con ellos porque tienen a los políticos (a los que votamos) cogidos por los huevos.

Mientras se suceden los desahucios los bancos que los ejecutan son rescatados con dinero público; se sube el IRPF pero no se gravan las plusvalías de las empresas que más facturan; se abarata el despido pero apenas se tocan los contratos blindados; a la gente la echan a la calle con una mano delante y otra detrás mientras los directivos y consejeros financieros cuya avaricia y pésima gestión nos ha llevado a la ruina reciben prejubilaciones de decenas de millones de euros; a los funcionarios se les rebaja el sueldo mientras los políticos aprovechan cualquier oportunidad para fumarse las incompatibilidades...y así.

Segundo, estoy harto de que los más chorizos sean los que menos posibilidades tienen de acabar entre rejas. A estas alturas he perdido la cuenta de cuántos políticos y personajes cercanos al poder (y a la corona) están imputados por casos de corrupción o estafa y siguen en la calle (o se han librado de la cárcel, directamente) al tiempo que se criminaliza la protesta, se aporrea a manifestantes pacíficos y se “fuerza el código penal” para detener activistas en plan Hollywoodiense y mantenerlos días y días en el calabozo…

Uno puede estar a favor de los recortes, no estar de acuerdo con las protestas o incluso, dependiendo del nivel de sociopatía de cada uno, ver con buenos ojos que a los indignados “les den lo suyo”, lo que no se puede negar es que el agravio comparativo entre los que más roban y los que más molestan existe y no es pequeño.

Necesitamos urgentemente muestras de ‘justicia clásica’ para no perder definitivamente la fe en ésta.

Tercero, estoy harto de que los políticos recurran a enrevesados eufemismos para manipular la percepción de la realidad y no llamen a las cosas por su nombre. A veces sobrestiman la estupidez del electorado (no voy a negar que nos lo hemos ganado a pulso) y no se dan cuenta de que, llegados a este punto, la gente valora más al personaje que da la cara que al que se dedica a dar rodeos con el lenguaje. Si nos van a “meter un palo por el culo” que no lo llamen “introducir un elemento de solidaridad cilíndrico y alargado por el extremo final del aparato excretor unidireccional” que no les pagamos por sílabas. A veces pienso que tiran más tiempo pensando en cómo decir las cosas para decirlas sin que parezca que hayan dicho lo que realmente han querido decir que haciéndolas. Supongo que para eso necesitan tantos asesores…

Cuarto, estoy harto de los que tienen la conciencia de vacaciones. Aún hay muchísima gente que, mientras no le toquen lo suyo, pasa de todo; excusan su pasividad con topicazos sobre la política que me recuerdan tristemente a los mismos que usaba yo cuando tenía 14 años y no quería tener que preocuparme por nada. En otras ocasiones directamente critican “las pintas” de los que se manifiestan, hasta donde yo sé nadie obliga a nadie a quedarse en casa, por lo que resulta gracioso que alguien que nunca ha salido a defender lo suyo critique las pintas de quien sí lo hace...a lo mejor si la gente que sólo sabe criticar SALIERA a manifestarse la relación “perroflautas”/”gente de bien” sería menos "desfavorable".

El lavado de cerebro más efectivo es aquel en el que las opiniones ya están escritas. Yo no sé nada de casi nada, pero al menos me he molestado en informarme de lo que ocurre y ver que algo no encaja. Tampoco soy una ‘hermanita de la caridad’, pero no miro para otro lado cuando veo que todo se derrumba. Tampoco soy padre, pero sé que lo que ocurra ahora marcará el porvenir de las futuras generaciones, incluyendo la mía.

Una visión conformista, individualista y cortoplacista no hace más que darle alas al problema, y aún nos consideraremos con la autoridad moral para quejarnos, o peor, para quejarnos de los que se quejan…



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